Esta vez no tengo nada que controle lo que siento, solamente un ángel que me cuida cuando ya no pienso. Me alejé de casi todo lo que ya está comprendido, porque necesito de vez en cuando estar confundida. Tuve que tirarme sin mirar, sin importarme a dónde iba a caer. La desilusión está tan lejos de alcanzarme que me acostumbré a resistir y a equivocarme. Ya no puedo estar con la misma cara todo el tiempo porque no tengo ganas de reírme si no estoy contenta. Y volví a caminar despacio, volví para no perder mi asombro, volví y pude abrir los ojos, volví para saber a dónde quiero estar.
Si me escondo si me encierro no es por no confiar en nadie, sólo me sirve de defensa cuando estoy muy vulnerable. Me encontré con un montón de sensaciones olvidadas, y me aseguré para nunca más volver a descuidarlas.

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